Viva
María despertó rodeada de batas blancas. Acabas de despertar del coma. Has permanecido en ese estado 20 años. María no entendía. Preguntó por su marido. Está muerto. La última vez que te maltrató y te violó, tu hija llamó al 016. Lo encarcelaron y se ahorcó o le ahorcaron. ¿Y Teba? Ella está muy bien, trabaja en este hospital, la estamos llamando.
Teba acudió enseguida. Mamá querida ¡Qué alegría más grande!
¿Cómo estás tú? ¿Cómo está mi niña? Estoy muy bien, me he casado con Marta. ¿Te acuerdas de Marta? Éramos compañeras en quinto. ¿Con una mujer? ¿Eso es posible? Claro (risas), han cambiado muchas cosas.
Me han dicho que tu padre murió…No te sofoques. Fue un alivio, me cuesta decirlo, pero ese es mi sentimiento y no lo quiero cambiar. Con la abuela he vivido genial.
De pronto Teba empezó a desvanecerse. ¿Qué ocurre? ¡No te vayas por favor!
No me voy, no estoy aquí. Soy un producto de tu subconsciente. Te están desconectando. Te mueres.
Dime, contéstame antes de irte. ¿Es verdad que en el futuro la igualdad será una realidad?
¿Tú lo crees “madre”? Sí, lo creo.
Entonces será posible.
Lo último que vio la doctora que certificó la muerte fue una sonrisa en los labios de María.
La gata espadachina