El lobo

Nunca fue su idea meterse en la boca del lobo, pero él la hechizó con sus encantos y sus intensas miradas que con sólo dedicárselas ella se cegaba.
Un día el lobo llegó muy enfadado porque había perdido una apuesta. Empezó a gritarle muy fuerte hasta que la agarró por el cuello. De repente, la situación dio un giro inesperado: la besó fuertemente y ella sintió su aliento a alcohol.
Esa noche fue obligada a hacer tantas cosas…
Eso fue lo que me contó en aquella cafetería. Antes de romper a llorar al ver sus marcas me alejé de aquel infierno y llamé a emergencias. Diez minutos después había un policía calmándola. “El lobo está a punto de ser cazado”.

Paula