Entallada

Érase hoy, una mujer que olvidó que su talla de blusa era una M, que viste pantalones cuyo botón no cierra y zapatillas que hacen de sus dedos pequeños garras. Una mujer cuyo espejo está colgado demasiado bajo. Una mujer que disfruta del primer café de la mañana, cuenta muescas y pierde su mirada, en un callado y espacioso hogar, aderezado por la algarabía exterior que se cuela. La puerta principal cruje al abrirse. El hogar enmudece, la casa se abarrota y su cuerpo se encoge. Esta mujer con tantos nombres, vuelve a adaptarse a la talla de sus prendas, a la altura de su espejo. Y pasan las diez, las dos, las siete, las once… La puerta cruje a la inversa, y la mujer vuelve a crecer.

Jess Skillpa