El extraño
Todas las noches mi madre me decía, con lágrimas en los ojos, que no me juntara con extraños.
Yo vivía en un pueblecito, nunca había pasado nada, por ello no le daba demasiada importancia.
Para tranquilizar a mi madre, iba y volvía rápidamente del instituto, pero más tarde descubrí que todo lo malo no pasaba en la calle.
Un día llegué a casa y sentí que todo había cambiado. Abrí la puerta y no vi a mi madre en la mesa esperándome para comer como de costumbre. Subí rápidamente a su habitación y noté aquel olor a alcohol tan característico de él. Entré en su habitación y allí estaba, tumbada en la cama llena de sangre. Después vi a padre con un cuchillo en la mano.
No te juntes con extraños.
Mi padre hacía años que era un extraño.
Freyita