Torturándome a mi misma

Estoy en una habitación oscura incapaz de moverme y torturándome a mí misma por haberme ido sola a casa aquella noche. Caminaba sola, intentando convencerme a mí misma de que solo estaba yo y de que a cada paso que daba estaba más cerca de estar a salvo. Como cada vez que vuelvo sola a casa, sentía esa sensación; pero esta vez percibía que era diferente. De repente, sentí un escalofrío en mi espalda a la vez que escuché un ruido tenue acercarse a mí. Empecé a correr y el sonido pasó a ser sólido. No me quise girar para ver qué era ese ruido que me seguía, porque si no el ruido me alcanzaría. Grité y nadie me oyó. Desde ahí ya no me acuerdo de nada. No sé dónde estoy y tampoco siento mi cuerpo, el cual ya no se ni si es mío.

Mainars