Vida

Fatoma no conoce más periódicos que los que utilizó para cubrirse en las frías noches a la intemperie. Su único juguete fueron sus hermanos menores y ella fue muñeca para sus hermanos mayores. Nunca leyó ningún libro pues no conoció más enseñanza que el desamparo. Escapó de Marruecos cuando tenía 15 años en una patera el primer día que vio el mar a cambio de sucios besos. Ahora, con veinte años ya no llora nunca y trabaja más de diez horas diarias limpiando la cocina de un restaurante chino. Cuando le preguntan cuál es su sueño contesta que siempre quiso tener su propia cama y ahora que alguien le enseño a leer, ya duerme sin sobresaltos hasta el amanecer. Asegura que nadie le maltrato en su infancia y añade muy seria: solo la vida.

Noclaudica.