Una misma y el resto
No se daba cuenta, pero Julia estaba tan deteriorada por todos esos años de violencia que había roto su conexión con el mundo, al que veía un lugar hostil y depravado.
Padre, marido y ahora… hijo. Una cadena a la que se había aferrado sin saber muy bien el motivo y que le conducía al infierno de la exclusión. Se había acostumbrado a su papel de cuidadora, de amante hija, de abnegada esposa y ahora… devota madre. Su hijo Tomás había crecido en un hogar sin amor. Ya era un hombre. Desorientado, sin aspiraciones, era mantenido por su madre. Julia se había endeudado y esta situación le hacía vivir al límite.
La historia se repetía con otra tonalidad de grises.
Mar de María