Tercer intento

Estela cerró la puerta despacio, sin hacer ruido dio la vuelta a la llave. Dudó pero se la guardó en el bolso. Tenía el tiempo justo, él no tardaría en volver. Se movía como un autómata, no se podía permitir pensar, dentro dejaba lo mejor de su vida, pero no tenía otra salida. Esta vez sentía como si una poderosa fuerza impulsara sus pasos. La noche era clara, caminó rápido, resuelta; llegó a la esquina y vio que ya estaba el taxi esperándola. Respiró aliviada. Antes de subir, instintivamente, miró hacia su casa. Algo pasaba. Había luz en la habitación de las niñas. Una vez más decidió volver.

Nira