SEMÁFORO
Me frotaba las manos cada vez más fuerte.
El agua del grifo seguía corriendo, pero el color rojo había quedado impregnado en el lavabo.
Tomé el estropajo y restregué las paredes hasta dejar rayaduras en el acero. Me vi en el espejo.
El sangrado de la fractura de mi nariz había parado, pero la luz del bombillo había hecho brillar a la sangre tornándola de un color rojo intenso.
— Un semáforo en “rojo” significa “ALTO” — dije en voz alta.
Cerré los ojos y automáticamente mi cerebro comenzó a contar. —Tres, dos, uno, cero –murmuré.
Ahora el semáforo ya había cambiado a “verde” y yo podía cruzar sin que nadie me retuviese.
Ami Pasquier