El hombre de la caza

Él es el hombre de la caza y ella es la mujer de la casa. Cuando el hombre de la caza llega, la mujer de la casa se esconde en sí misma para pasar lo más desapercibida posible. Como todo hombre de la caza, el territorio se marca una vez y se reafirma cuando se considera necesario. Así es como la mujer de la casa recibe el mensaje una y otra vez de distintas formas: con gestos, con miradas, con palabras, con distancias heladas, con cercanías dolorosas, con risas nerviosas, con flores por la mañana y jarrones que se rompen por la noche, con el pavor que provoca el sonido de ciertos pasos, con la misma pregunta atascada en la garganta día tras día: ¿estoy a salvo en este lugar?

Poch