Éxodo del 17

Los niños cuando nacen no son tontos, pero lo cierto es que son más maleables. El problema de la educación radica en la vulnerabilidad que continúa. Nos dicen: «estudia para tener un trabajo que te guste». Muchos nos lo hemos creído, como muchos se han creído que todos los años recibían regalos por haber sido buenos.
La vida es una consecución de mentiras en espiral. No caemos en todas, sino que no hemos salido del arranque redondo que nos envuelve en la vida. Por eso, cuando crees que (aunque todas tus amigas se han marchado y a tus amigos los han enchufado en empresas de conocidos o familiares) tú encontrarás trabajo en tu ciudad, resulta que tienes que emigrar.
De repente, tu vida revive el pasado que solo te habían contado: abuelos y tatarabuelos que dejaban atrás una vida en otra orilla. Y aunque este exilio aún no tiene nombre en la historia ni en los libros, ya es un éxodo real. Llamas a tu verdad no recogida en la historia por el nombre de tu empresa, donde ves –lejos de casa– cómo todas las posiciones de directivos las ocupan hombres. Entonces, te preguntas, ¿tan lejos, para qué?

Guerrera