Cita conmigo misma

Miré el reloj. Faltaban dos minutos para las 7 y sabía que no era tiempo suficiente para llegar al café donde solía sentarme “antes de Luis”. Donde todo empezó y terminó.
Aún así, decidí intentarlo: Corrí por las calles en las que tanto me gustaba perderme, pasé por la plaza donde quedaban mis amigas, dejé atrás mi academia de baile, fui un fantasma frente al escaparate de la que era mi tienda de ropa favorita.
Llegué tarde pero lo conseguí: apoyé mis manos contra el cristal, y ahí estaba ella, sentada en una mesa, tomando café en la mesa de siempre: era yo misma antes de Luis. Abrí la puerta, y ella levantó la cabeza:
-¡Has llegado!- Gritó ella.
-¡Pues claro! Nunca debí dejarte- Dije mientras corría a abrazarla para no soltarla jamás.

Supersonii