Callar como los árboles
Todo acabó más tarde de lo esperado. Cada día sentía el final de mis 19. La sensación de muerte era inminente. Los golpes siempre caben en el cuerpo, pero no en el alma. Estoy rota, sin reparo. A veces pienso que es él, que no soy yo, pero luego recuerdo que no debo salir, no vestida así. Es mi culpa. «Que eres una hija de puta» «Que te gusta ponerlos cachondos, pues venga. Mira como nos pones.» Corro, pero no sirve. Me atrapan. Me golpean. Me violan, esta vez no solo él, también sus amigos porque los calenté. Pateo. Los gritos se ahogan en mis lágrimas. Me ahorcan y lo último que pienso que es que debí haber hecho un pacto cuando lo conocí: «No dejarme herir». Se acabó la espera. No hay retorno a la vida. Nadie sabe dónde está mi cuerpo.
Diane Hall B