Vendrá por mi

Salí al jardín tomando sus patas en mis manos. Él me ordenó que lo enterrara yo, porque era mi perro. Elegí un fresco lugar bajo los árboles, dejé que fluyera el agua y comencé a cavar el hoyo. Cada vez que hundía la pala, la tierra me sacudía de mi entumecimiento mental. Él me había adormecido el cuerpo y la mente. Mi dulce animal me había defendido siempre, hasta el día de ayer, que no pudo evitar que él lo arrojara por la escalera. Y ahora, sin intermediarios entre su furia y mi cuerpo, vendrá por mi.

Torrente