Una realidad ajena
De repente lo vio, sintió como su sangre se desplomaba y un escalofrío recorría su cuerpo, como su corazón bombeaba más fuerte, su estómago se encogía y su respiración se aceleraba, aún así, intentó disimular y cogió su móvil:
-Sí papá, estoy llegando .- manteniendo el nerviosismo mientras el terror la invadía.
Giró un instante la cabeza y vio como aquel individuo caminaba tras ella. No lo pensó y echó a correr; alarmada, intentó sacar las llaves para abrir la puerta, pero el miedo le impedía llegar a ellas, alguien agarró su brazo y, mientras pensaba que eran sus dedos fuertemente incrustados en su piel, eran unas caricias que la despertaban de una pesadilla que para otra como ella, aquella noche se había hecho realidad.
Felicia