Todo está perfecto
Tic, toc, tic, toc… el reloj no paraba de avanzar. Se acercaba la hora de la salida del colegio. Tenía que correr para terminar de arreglar la casa. “A él le gusta todo en su sitio”, pensaba Tina mientras colocaba el cubo de la fregona en el lavadero. “La comida está lista, su ropa planchada, comprada su cerveza preferida y colocada en la nevera…” hizo un nuevo recuento para comprobar que no se había olvidado de ningún detalle. No quería enfadarle. Su niño no podía verla de nuevo llorar como el martes pasado.
-“Mamá, ¿por qué lloras? ¿Estás malita? ¿Te duele la tripita?”. Nicolas era muy pequeño para entender todo aquello que ocurría.
Se había propuesto no enfadarle y estaba convencida de que lo iba a conseguir ¡Hoy sí!
Mar de María