Ruido
María lleva años sufriendo, no es en su casa donde está el problema, es en su trabajo. Su jefe la trata mal. Los gritos son diarios, ella no sabe que hacer. Muchos días se ha tenido que encerrar en el baño, a llorar. Luego toca secar las lágrimas y seguir con la vida, pero retumban en su mente frases que su jefe le dedica a diario: “mujer tenías que ser”, “no me vayas a acusar de acoso”, “¿tú eres periodista o qué eres?”. Cuando María estaba apunto de denunciarle, llegó el cambio. Su jefe dejó de ser jefe, pasó a ser redactor. La mala suerte y la poca comprensión hicieron que su sitio estuviera enfrente de María. Ahora, María sigue sufriendo, esta vez en silencio. El acoso se ha templado, pero sigue ahí, en silencio.
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