Mal educados
Esta mañana ha venido Sole a contarme lo que le pasó ayer.
Dice que no eran muchos, un grupo nuevo en la esquina del parque, todos con sudadera de capucha, que no había manera de saber de quién eran.
Que “menudas barbaridades” dice la Sole. Que algunas se cambiaban de acera, o apretaban tacón y pasaban rápido, otras se volvían y les hacían cara.
Así se estuvo, la tarde entera, viéndolo desde el balcón.
Pero dice que todas, todas, todas, se iban de allí con algo que no habían pedido, que no necesitaban. Y que está muy indignada, que tenemos que hacer algo.
Ya le he dicho: que son cosas de chiquillos, que eso nos ha pasado siempre. ¡Y se ha ido!
Yo he seguido poniendo la lavadora, metiendo a empujones, las sudaderas.
Alborade