Las otras palabras
“Eres tan hermosa que a veces quisiera cortarte la cara”, me dijo un día. Y hundió sus dedos en mi entrepierna.
“Está bien”, pensé. Así que cerré los ojos y solo guardé tres palabras. Sus tres primeras palabras.
“Parece buen chico”, dijo mi madre.
“Cosas de parejas” dijo mi amiga.
Tres palabras. Nadie dijo más de tres palabras.
“¿Está segura?” inquirió el juez.
“Retiro la denuncia”, asentí.
Y volvimos a casa.
“Te amo hermosa, siempre serás mi putita”, me dijo, destapando una cerveza.
Tres palabras. Yo sólo quise escuchar tres palabras.
Esa noche llovió y fuimos fuego.
“No hubo testigos”, anotó el policía.
“Maldito cerdo asqueroso” resopló el forense.
Llenó la bolsa con las palabras que nunca quise escuchar y cerró la cremallera.
Pluma Fuentes