Ese punto que no llega
Érase una vez un amor de película llevado a la vida real. Érase los primeros besos furtivos, los WhatsApps hasta la madrugada, los likes con forma de corazón, los primeros “te quiero” susurrados al oído. Érase que se era una cesión de contraseñas de las redes sociales como símbolo de confianza, las fotos de control del largo de la falda antes de salir los sábados por la noche, el regalar piruletas para decir “lo siento”. Érase varias veces las reconciliaciones. Érase una y dos y tres veces el tortazo, el sexo bajo presión. Érase la distancia que ella puso con sus amigas, el muro de hormigón armado que construyó de cara a sus padres “para no preocuparlos”. Érase una historia que acabaría si, entre todos, pusiéramos el punto y final.
Jalea Real