En coma
-No desconectéis la máquina POR FAVOR.
Mi mente grita esforzándose en vano en abrir los ojos para mostrarle al mundo entero que sigo aquí. Siento la mano de la enfermera peinando mi melena, pero hoy un silencio sepulcral sustituye su alegre parloteo.
La puerta de la habitación se abre y entran unos pasos que conozco de sobra. Carlos.
-Gracias por cuidar de ella. Su voz ilumina la habitación. Imagino a la enfermera, sonrisa bobalicona atrapada ante los encantos de mi marido, como lo fui yo, incluso cuando nuestro amor se tornó violáceo. Recuerdo sus hermosos ojos del color de la tormenta antes del último golpe que me lanzó escaleras abajo.
-Amor mío, no desconectes la máquina, POR FAVOR. Perdóname.
Ziarreh