crianza desde la esperanza

Ella la observaba en silencio. Era tan delicada, frágil y bonita.
Pensándolo bien, no era así. Pero ella la miraba a través de los prismas del miedo y de la protección.
Lucia era una niña sana física y mentalmente; y que crecía feliz. Percibía ese amor que su madre le trasmitía día a día y esos cuidados afectuosos.
A su madre le aterrorizaba pensar que su hija pudiera pasar por todo lo que ella había pasado.
No quería que nadie la humillara, que nadie le hiciera sentirse culpable, que la controlaran, en definitiva que nadie le hiciera vivir con miedo y dejar de vivir en su propio cuerpo, estado en el que ella estuvo demasiado tiempo.
Muchas veces se preguntaba con culpabilidad de cuanto habría sido consciente, cuantos recuerdos dolorosos guardaría en su memoria y en su alma.
Tras torturarse con esa idea recurrente, su madre concluyó sus pensamientos con la consciencia de que si algo así le pasara a Lucia no lo podría evitar.
La vida de su hija era suya. Pero lo que podía hacer era educarla en el afecto a sí misma y ofrecerle la seguridad de que pasara lo que pasara siempre estaría a su lado.

malva