Cocinar
Ella trabajaba en la cocina de la cantina de una fábrica por la que pasaban cada día unos quinientos empleados. Un día, conoció a él, que le dijo: “Dejarás este trabajo tan mísero cocinando para los demás y a partir de ahora, sólo cocinarás para mí”.
Con la salsa de tomate chorreando frente abajo y algún que otro espaguetti pegado a sus cejas, no entendió la reacción de ella. Él pensó que había dicho la frase de amor más bonita que nadie había podido escuchar. Ella pensó que efectivamente no estaba pagado aguantar diariamente tanto idiota.
Porqué