La bolsa
Salió de casa, como cada día, con su bolsa floreada al hombro. Poco quedaba ya de los vivos colores originarios de su estampado, que iban volviéndose de un tono sepia a juego con su vida.
Fue, como siempre, a las Hermanas de la Caridad en busca de comida, De ahí a la parroquia, donde hacía tiempo que disimulaba su escepticismo religioso a cambio de ropa usada. Unos zapatos nuevos para su niña bien valían un padrenuestro.Después a la agencia de colocación, donde nunca se marchaba con la bolsa llena, también como siempre.Para acabar su ronda, fue a la sede de la ONG donde siempre había algo con que llenar un poco más su bolsa, si es que cabía entre los huecos que dejaban el hastío y la pena.
Al llegar a casa, con la bolsa llena y el ánimo vacío, un sobre con un nuevo aviso del banco. La pensión de su ex no había llegado, pero la factura de la luz sí. Otro papel comunicaba que, en esa cuenta conjunta donde a ella le bloquearon el acceso, el producto de su inversión en Bolsa ascendía a x.
Y, a carcajada limpia, se preguntó qué tal sabría aquel papel con un poco de sal y perejil. Porque, si no fuera por su propia bolsa, no tendría otra cosa con la que alimentar a su niña.
Geme