Con la mano

Con la mano abierta.
Con la mano abierta recibí mi primera bofetada. Me caí al suelo, la nariz me sangraba y mi labio se partió casi tanto como mi corazón. El baño de realidad al que me sometí dejo sin agua a mi alma herida. Me levanté porque hay que levantarse y hacer frente a la vida. Volví a caer con mayor resignación, acostumbrándome a recibir el impacto. Me arrastré, lloré, grite, escupí e incluso mordí a todo lo que hiciera posible de nuevo levantarme. Así ha sido durante años, para mí como si hubiesen sido siglos. Hoy he vuelto a recibir otra bofetada, también con la mano abierta pero, a diferencia de la primera, hoy no me he caído. Con rabia, resignación y dolor me he mantenido en pie, firme y desafiante esperando otra, sin embargo no ha llegado, me ha mirado a los ojos y se ha dado cuenta. Lo he visto en su rostro marchitado por el odio sin salida, putrefacto dentro de su ser. Es entonces cuando he caminado, hacia adelante, sin mirar más atrás, sin escuchar lo que tantas veces antes habría ansiado. He caminado y he llegado, aquí, al ahora, a vivir, a sentir, a escribir mi historia. Como yo quiera. Con los brazos abiertos.

Crispin