¡Quiero irme con mi mamá!
Tenía la mirada ausente y en el brillo de sus ojos se adivinaba el horror vivido. Unos grandes ojos color miel, abiertos de par en par buscando un salida y en cuclillas arrinconada en el fondo de la habitación, tan solo decía: ¡Quiero irme con mi mamá!
No pedía nada para comer, ni tan siquiera agua, estaba sucia y desnutrida, bastaba observar aquellos bracitos deshojados, las piernas llenas de moratones y en el cuello varias marcas de cigarrillo. Tiritaba sin cesar arrullada entre sus propios brazos. Era el miedo quien la hacía temblar. Su frío penetraba en el ambiente y dejaba helada la habitación, el sufrimiento resbalaba llorando entre las cuatro paredes de aquel antro del pánico.
Dania, una chiquilla de 13 años, con una infancia truncada por la corrupción, una niña a la que le quitaron la sonrisa por un puñado de dólares, un ser humano vejado, maltratado e indefenso, una hija abandonada y vendida a un mundo cruel y enfermizo.
Dania no sabe que su madre consintió, que fue ella su primer verdugo. La dejó marchar, la convirtió en víctima y se olvidó de ella para siempre…
Dania no sabe nada de eso, y vuelve a repetir insistente con voz temblorosa:¡Quiero irme con mi mamá!
Ana Nova