No lo había pedido
Su abuela le dijo que tener un hijo era la cosa más linda del mundo. No estaba tan segura que fuera así. Inocencia se rascó la cabeza y se sacó un piojo, la panza le pesaba, ¿habría un bebé dentro? Tal vez solo era mucha comida.
Sin embargo, a los días, un dolor desgarrador la aterrorizó. Tardaron mucho para llegar al Hospital, más a lomo de caballo. En el quirófano le gritaban de todos lados como un perro que acaba de romper algo importante.
Clemente fue el nombre elegido por el padre y abuelo para el heredero del rancho.
Una enfermera se le acercó.
—Cambiá la carita. Disfrutaste hacerlo, ahora hay que apechugar.
Inocencia no había disfrutado nada. Su abuela le había mentido igual que su papá cuando le dijo que por eso no se lloraba.
Luna de Acero