Me encantan los domingos
Hoy me cuesta abrir los ojos y hace frio. Con su lengua nerviosa y húmeda Ori me hace cosquillas y me lleno de energía.
Me levanto y la veo de lejos, es preciosa, no hay nada más bonito que ella. De repente, me desvanezco y desaparece mi entusiasmo, no sé qué pasa. Me doy cuenta de que ella no está bien, no veo sus ojos abiertos diciendo que me puedo sentir seguro, no hablan, sólo callan, hace tiempo que callan. Ahora ya no está él, y tampoco está ella, no está ella cuando salgo de la escuela, no está por las noches para imaginar juntos, no está.
Hacerse mayor es aburrido, solo buscas dinero. Ella no lo tenía, él se lo daba, controlaba y reía. Ella callaba, cerraba la boca, los ojos, las ganas y el alma. Ahora ella no para de buscar dinero, a veces lo encuentra y desaparece con mis galletas, mis zapatos, mis pinturas y su sonrisa. Mientras tanto él no le da nada. Escucho pero no entiendo lo que dicen del dinero, dinero que es mío, dinero como deber, dinero por derecho. ¡Pero yo no quiero dinero, la quiero a ella!
Hoy es domingo y siempre desayunamos juntos. Ella sentada a mi lado, yo con mi vaso de leche y cuatro galletas. Me encantan los domingos por la mañana porque está ella.
El estudiante