La ventanita
Toda vida alberga un instante de luz alrededor del cual se dispone y gira, como una ventana diminuta por la que puede contemplarse todo un océano. Ana apretada contra mi pecho, esa ha sido mi ventanita, pues allí escondida, detrás de sus ojos, se ha abierto de pronto mi ventanita y he visto, a lo lejos, a mi madre, abrazada a mí, escondida y llorando de vergüenza, y detrás de ella a su madre, abrazada a ella, y a su madre detrás, más allá, y así hasta el origen de los tiempos. Esta eternidad acaba hoy, me he dicho, y comienza otra, me he dicho, y aún lo sigo repitiendo y lo repetiré sin respirar para no olvidarlo y para que Ana no lo olvide mientras me subo con ella a este tren cualquiera a otro lugar cualquiera y a cualquier otro tiempo.
Bruno Garmares