La otra cara de la moneda
Desde ya hacía tiempo, para ella los días no eran más que días sin número, sin fecha, sin ton ni son. “¿Por qué esto le ocurría a ella?” Se decía día tras día mientras se contemplaba frágil y rota frente a aquel reflejo de su silueta. Más al salir por aquella puerta que le concedía un relativo descanso, no se proyectaba todo el peso que su espalda cargaba. No se proyectaban ni el peso, ni las heridas; ni las heridas del cuerpo ni las heridas de cabeza o corazón.
La gente la creía perfecta tanto a ella misma como su vida, la envidiaban e irónicamente, el sentimiento era recíproco. Envidiaba la ignorancia y el no conocer lo que verdaderamente acontece. Desde la otra cara de la moneda no se puede ver la imagen que ésta realmente muestra.
Patricio Estrella