Jamás
Jamás, jamás esa confusión, jamás jugar a ser madre de mi depredador. Jamás oír las llaves entrar en esa cerradura fría como toda su conciencia, jamás confiar en su cambio, que se tornaba espejismo.
Silencio. Se oyen pasos que caminan atrevidos hacia el dormitorio, yo finjo, mis ojos prietos y mi alma enjuta. Se desviste, se tumba a mi vera y comienza su deleite, el amargo deleite que es mi sacrificio; se convertía en bestia, comenzaba mi infierno. Encallada en un punto sin retorno mi mayor pesadilla se sucedía cada noche.
Jamás volveré, no incurriré en ser crédula ante promesas baladíes, ante sueños infundados de manipulación vestida de romanticismo, jamás el sometimiento como religión, jamás yo ni yo con él.
MISOL