Frente a frente

Él con los ojos iracundos, ella, agazapada, con la mirada perdida en el suelo. Él alza el puño descontrolado mientras la mujer se pregunta qué es lo que tantas veces hace mal para que vuelque sobre ella tal cólera.
Con el corazón desbocado en mi pecho, me armo de valor y salgo de mi cuarto.
—¡Papá! —grito. Y me quedo petrificada frente a él con el móvil en la oreja.
Al otro lado del teléfono se oye una voz:
—016, ¿en qué puedo ayudarla?

Pachamama