El ciclo de la mala vida
El primer grito te cogió por sorpresa. Solo tenías quince años. Te cubriste de culpa por no haber estado más atenta a sus deseos y recibiste una rosa que olía a perdón y a no volverá a pasar.
La primera bofetada te sorprendió desnuda de esa culpa ya olvidada y otra vez una rosa de escusas y promesas te clavó sus espinas.
La primera paliza te pilló dolorida y otra rosa acompañaba sus lágrimas que escocían cada una de tus heridas.
Después solo fueron gritos, solo bofetadas, solo palizas; secas las rosas, frescas las espinas. Rosa, espina. Rosa, espina. Espina, espina, espina…
Octubre