Cuerpo profanado
Las nubes cubren mi alma lacerada por el tiempo, al recordar tu mirada clavada en el portal. Intento olvidar la pesadilla nocturna de aquel día teñido de negro. Se cierne una sombra amarga, de un cuerpo y una flor profanada, por una manada de lobos sedientos con hedor a placer, con mirada de viejo y espuma blanca de la boca. Primero, la desnudez descarnada y violenta, después la humillación no consentida ni querida, jamás deseada, jamás reprimida por una supuesta impresión. Son una jauría hambrienta de senos, de cuerpo desnudo, escondidos en la luz cobarde de la luna, sin testigos, sólo recordado por el mundo digital. No hay amor con correspondencia, sólo deseo muerto, en un cuerpo roto de lágrimas, indefenso sin manta que cubra. ¡Maldita manada de estiércol!, robando lo puro, atacando la inocencia. Condena eterna para el sexo grupal demoníaco, pozo de mal, de aguas turbias que todo lo mancha, cobardía infinita en esos ojos inyectados de molicie humana. Eres tú fuerte como una roca, pétrea como un pilar. Ponte los zapatos de tu vida y corre otra vez al camino. ¡Que nadie robe tu alma!. Tu eres el capitán de tu alma y tu destino, la maga de tu sonrisa.
Ligorio de Maria