Como rosas incrustradas

Son rosas incrustadas y atrapadas en un obsoleto hielo invernal, persistente, en los abrasadores y desconsolantes escombros de su efímera juventud e incesante resistencia. Están enmarcadas, como tal de porcelana, haciendo honor a su apariencia heredada. Están almacenadas, sí, bajo muros de cristal y tremendos focos de excesiva soberbia incontrolables taladradores de su orgullo, corazón y honor. Ya ni las estrellas se atrevían a mirarlas, avergonzadas e incapacitadas para alcanzar tal nivel de esplendor, que pese a su efímera existencia, consiguió superar las expectativas de los señores del falso metal, de la incoherente membrana de acero y hormigón que las separaba de su destino, libertad y derechos.

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