Amor propio
Él me quería tanto que, en cuanto empezamos a salir, me quitó de trabajar para que no me cansara ni tuviera que levantarme temprano. Me acompañaba siempre a casa y, si no estábamos juntos, me llamaba a todas horas para decirme con su dulce voz que yo era el amor de su vida. No volví a quedar con las amigas para comprarme ropa porque él sabía de verdad lo que me sentaba mejor. Y la gente que me convenía. Y las noticias que debía escuchar. Y dónde ir. Y cómo comportarme. Y cuándo acostarnos. Y qué decir. Hasta que un día me miré en el espejo y me vi: aquella chica de ojos tristes no era yo. Entonces pedí ayuda y rompí con él.
Ahora me quiero tanto que no necesito salir con nadie que me diga lo que puedo o no puedo hacer.
Molli Muller