Agujas
Los ojos no mienten, dicen; Los tuyos me queman, me aprietan, me ahogan. Tu boca es una mueca muerta de dolor y odio. Jamás me has querido, ahora lo sé. Me duele la carne, el seso, los dedos. Ya no recojo los restos, ya no limpio el desastre. Mis heridas cicatrizan, también las de fuera. El labio partido, la brecha de la frente. El corazón, hecho triza. Ese aún lo estoy cosiendo. Ahora tengo agujas; coso y coso para ir remendando los traumas que dejaste. Ya no hay miedo, o eso me digo. Pero sigo viendo tu reflejo tras de mí en el espejo. Sigo recomponiendo, aquí y allá. Mataste quién era cuando te conocí. Pero no has matado a la que soy ahora. Costurera de mis hilos. Enhebradora de mis quejidos. Algún día guardaré la aguja en el costurero. Y coso. Coso.
Juana María Martín Rodríguez