Té con hierbabuena

Mi abuela guardaba un secreto, se le escurría por las pestañas. Cuando mis pechos emergieron y mi silueta se vislumbró casi adulta, hizo un té con hierbabuena y me invitó a su regazo.
– ¿Recuerdas la historia de cómo conocí a tu abuelo? Pues olvídala mi niña, porque la mitad es mentira. Verdad que fui emigrante y que allí le conocí. Mentira todo lo demás. Un hombre de mi país de origen me seguía cada noche de camino a casa. Le brillaban los ojos cuando yo temblaba y apretaba el paso. Recuerdo que salivaba cómo un animal salvaje. Una noche lluviosa no tuve escapatoria; cuándo llegué a mi casa con la ropa hecha jirones, seguí recibiendo golpes, pero ésta vez de mi padre. Me obligaron a casarme con él y me llevó a vivir lejos de mi familia. Ahí fue cuando conocí el infierno.
– Pero…abuela, no sabía nada de ese animal, tu primer marido…
– Mi niña, esta historia de mi vida es un triste regalo pero…yo sólo me casé una vez y fue con tu abuelo.

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