Una menos, una más

Un golpe por la desobediencia, otro por la ausencia, otro por la desconfianza, otro por ella, o lo que quedaba de ella, otro por era su felicidad, otro, otro, otro y uno más. Sentía la sangre caliente salpicar sus manos al golpear, y notaba como sus arterias carótidas y su tráquea se aplastaban bajo sus grandes dedos. Los ojos de ella ya no brillaban. Ya no había luz en ningún lugar dentro de su radiante mirada. Ya no había nada. Pero el seguía golpeando como si no fuera a parar jamás, como si todavía pudiera persuadir la para hablar. Como si no la hubiera perdido ya.
No es que no la quisiera, es que quería protegerla y no se lo permitió, quería abrazarla y la asfixió, la quiso cerca y la perdió. La quiso mucho, la quiso demasiado. Le sobró amor y le faltó respeto.

Diwaí