(Sobre)vivir

Una de cal y otra de arena. Tus gritos y silencios se lanzaban como un puño de sentimientos encontrados que estampaban en mi estómago, dejándome sin aliento, menuda e invisible. Después, me tocabas cuerpo, alma y corazón con necesidades infundadas y disculpas banales. Y aguantaba, agarrándome a la felicidad edulcorada que creía ser amor. Entre parches y tiritas tapé mis emociones, miedos y soledad. Pero ahora sé que el amor no lo arregla todo ni todo lo puede. Somos mucho más que piel y pulpa de medias naranjas. Es arte y oficio, corazón y cabeza. Es más madurez y respeto, y menos egoísmo. Invertiste la ecuación y anulaste mi valor. Me tachaste de cobarde. Y por el valor de ser cobarde, me fui. Porque quedarse era llegar demasiado lejos.

Estel