Privacidad

Le pillé mirando mi móvil, se había fijado en mi patrón cuando le desbloqueaba. Pero no le dio vergüenza. Al contrario, me increpó:
—¿Quién es este imbécil que quiere quedar contigo para un café?
Le arrebaté el teléfono y me fui sin contestarle. Que fuera mi pareja no le daba derecho en absoluto.
Aquello era más que suficiente. Le dejé y cambié la contraseña.

Amaya a Rayas