Olor a mar

¡Qué cansada! Pensé cuando me desperté en medio de la noche por los llantos de mis dos pequeños. Cuando quise levantarme noté un dolor insoportable. Los niños no paraban de llorar. ¡Ahora voy! Les decía. No había una zona del cuerpo que no me doliera. Cuando encendí la luz vi que no estaban. Pero aquellos llantos no salían de mi cabeza ¿Dónde estáis? Grité como loca. Entonces frente al espejo me vi. Cada golpe, cada aborto por su violencia, cada patada a mi inocencia, mi alegría y dignidad, ¡ya estoy en casa! Escuché de repente. Más segura de mi misma que nunca salí corriendo y llamé a la policía. Por fin respiré tranquila resurgiendo de mis cenizas, oyendo voces pero no gritos, viendo al infinito, oliendo a mar, a amar, a amarme. Al fin.

Mag