Monstruo

13 años pasaron.
13 años en los que aquel niño veía marcas moradas en el cuerpo de su madre.
13 años pasaron con los gritos desesperados de la mujer llenando aquellas tardes vacías en las que debería de estar jugando con sus amigos.
13 años en los que veía a las familias vecinas jugar con sus retoños, deseando ser parte de ellas.
Por eso, no fue sorpresa cuando aquel día el hijo imitó al padre, convirtiéndose en el monstruo que tanto odiaba.
Aquella pequeña que vivía en la casa colindante, entre lágrimas, abrazaba a su peluche en un intento de ensordecer los pesados gritos del muchacho.
La ira había vencido, el monstruo había conseguido un sucesor y aquella mujer miraba por la ventana culpándose por haberlo permitido.

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