Martina

Martina

“Una luz se apagaba y se encendía,
calentaba a veces,
y hería con dolor intenso
un amor que no era amor,
que vivía dulcemente en un engaño
y que poco a poco moría”.

Martina se acercó a la ventana y lloró por esa luz que una vez estuvo encendida para ella; lloró por su vida y por lo que no pudo ser; lloró por sus hijos no nacidos y por los golpes recibidos.

Martina cogió su maleta y salió para no volver jamás.

Lidia Enrich