¿Lo mío es nuestro y lo nuestro, tuyo?

¿Realmente hacía falta un nuevo lápiz labial? ¿Y este gasto de un abrigo? ¡Con los que tienes en el armario! A este paso nunca tendremos para la entrada de la casa. No, tendremos que esforzarnos más. Mírame a mi, apenas si gasto en mi persona.

El no quiere gastar. ¿Pero y yo? Me gusta ahorrar y me apetece darme un gusto de vez en cuando. Pero tengo miedo. Nunca me ha gritado o se ha enfadado, pero su mirada y sus actitudes bastan. No me habla después de confrontarme. Me ignora totalmente. Y cada vez es peor. Y me llena de desasosiego.

¿Desde cuándo y por qué lo he permitido?
¿En que momento he perdido la cabeza y empecé a traspasar mi sueldo a la cuenta común?
Las cifras crecen, es verdad. Sin embargo, lo cierto es que yo ya no dispongo de mi dinero y también crece mi angustia.

Todos los días él repasa los números. Con una disciplina férrea examina y controla los gastos. Tanto para el alquiler, tanto para el súper, el coche…

Me he decidido. Este mes no hago el traspaso. Ni el siguiente, ni el otro. Basta de sentirme ahogada. Prefiero recuperar mi libertad…Eso quisiera.
Pero no puedo sola.

Mañana llamo. Mañana pediré ayuda.

Zoska