Las pérdidas

Tenía once años cuando fui consciente de la realidad; de que la muerte de mi hermana un año antes no había sido el accidente que me habían contado, que la mató su novio, que no quería hacerlo -decía- que fue un golpe mal dado…

Y vi con otros ojos el recuerdo lejano de su carácter triste, de su extraña debilidad. Se me encogió el pecho y se me revolvió el estómago por no haber hecho nada por ella, por no saber.

Y entendí más aún el pozo de dolor que es mi casa, su silencio demoledor sólo roto por el murmullo del rosario que mi madre reza compulsivamente; las ojeras de angustia e impotencia de mi padre, su abandono.

Y me sentí tremendamente culpable por ser un niño…. y desde ese día dejé de serlo.

ELÍAS DE COMESAÑA