Las diez y media

25/11/2020 Me vestía de negro, tras volver del juicio, pero no he dicho todo lo que oía y veía desde mi ventana, por miedo a él, que vivía a menos de 20 metros de mi casa. Mi cabeza no aguantaba seguir torturándose, no podía dejar de pensar que los gritos, llantos y golpes de las 10:30, se habían calmado, terminando en el cementerio en lugar de en un coche huyendo a mil kilómetros del hombre al que juro amar para siempre. Hoy ella, esa mujer a la que solo puedo recordar con mucho maquillaje y siempre llevando ropa larga ha sido despedida entre llantos.
Gracias al testimonio de su marido que entre lágrima de cocodrilo ha convencido al mundo de que la culpa la tenía la heroína y no las palizas de cada día de la persona “que más quería”.

marxyx