La fuerza del vínculo

Un cuento feroz

Todas las mañanas, las manos de su madre acarician sus negros cabellos mientras los tejen con cuidado en una larga trenza, que bambolea a su espalda camino de la escuela.

Un aciago día, mientras recorre la verde vereda, el horror la abraza y se la lleva cautiva. A partir de ahí su vida se llena de dolor. Un dolor continuo y lacerante. En ese calvario, su único consuelo es su trenza, que sigue creciendo y que ella cuida con esmero. Su tacto la devuelve al hogar. Sueña muchas veces que consigue volver a casa siguiendo su infinita trenza.

Cuando las sombras empiezan a caer, el lobo asoma su negro hocico en el cuartucho donde la niña pasa las horas y le dice que a los hombres que cada noche la ultrajan, ya no les gusta su imagen infantil, que a la mañana siguiente cortará su pelo.

Esa madrugada, consumado el diario y macabro sacrificio, cuando la borrachera le tumba a su lado, la niña enrosca con cuidado su trenza alrededor del seboso cuello, agarra los dos extremos y tira de ellos. Tira con todas sus fuerzas.

ROSA GOMEZ RANEDO