La explosión

Era frágil, pero no como un cristal. Era frágil como una bomba.
Se hallaba tumbada en su cama, llorando sin hacer mucho ruido. No estaba sola. Había un hombre al cual despreciaba aunque le hubiese dado la vida. Aquello sucedía noche tras noche, cuando su padre llegaba cabreado de trabajar. Ella, sin éxito alguno, se intentaba esconder de ese monstruo. Puñetazos, gritos insultos y demás barbaridades era lo que tenía que soportar todos los días por parte de aquel ser despreciable. No tenía amigos, ya que estos al enterarse de lo que sufría, decidían no involucrarse y se alejaban. Harta de esta vida, EXPLOTÓ. Acababa de dejar el infierno para afrontar una guerra la cual no estaba dispuesta a perder. Por ella y por todas.

Yaiza