Dueñas del universo

Ella. Ella era tan inocente como las mujercitas que deben jugar a las muñecas. Era luz, un torbellino de alegría y emoción constante. Y él se la quitó. Le quitó esa luz que tanto le ayudaba a seguir adelante con todos los obstáculos y dificultades. Él le destrozó lo más preciado de nuestro ser. Lo que nos define. Él, apoderándose de su miedo la hizo encogerse más y más. La hizo más pequeña, cuando las mujeres son grandes, grandes y libres. Disminuyó su persona, ella ya no se sentía suya, no se sentía dueña de su cuerpo ni de su alma. Y todo para aumentar su dignidad, él la destrozó para seguir adelante y seguir destrozando personas. Sólo para sentirse un ser más poderoso, destruyendo la esencia de lo que somos. No violes su libertad. Ella es única, no la hagas cambiar por ti. Ella es una mujer, y merece tu respeto. Y puede que esas mujercitas que deben jugar a las muñecas en su lugar estén jugando a ser las dueñas del universo. Porque son mujeres. Y merecen tu respeto.

Luciérnaga